Hoy va doliendo mucho más
crecer en todos los retratos familiares,
mirarse la cara inquieta y definirse,
ser la costilla de un Dios anestesiado
que vuelve de la noche
cuando todos aplauden,
alaban al Creador, al Hijo mezquino,
al buen padre que siempre llega a tiempo
aunque así no lo quiera.
Me duele la ceniza que ya soy de antemano,
tengo los puños cansados y distantes en la tierra,
hay relojes en vano
que me incitan a reir frente al espejo,
a inclinarme irreverente
a los pies de las muchas horas
donde soy el vigía,
el brazo que consuela un cuerpo amedrentado.
Hoy miro mi rostro
como un golpe de tumba en los retratos,
y me limito tan solo a decirme la verdad:
bufón soy de estos días desiguales,
me exasperan estos canívales que aplauden,
este teatro de oscuras naderías
donde sé que merezco la podredumbre
y no el incienso.