miércoles, 12 de mayo de 2010

El Ángel de la Casa

Una mesa de noche jamás será un altar,
pero a esta hora,
la fotografía de Virginia Woolf
arde como un presagio que se cumple,
sus ojos disparan su ponzoña
en contra del ángel de la casa,
mas éste olvida sucumbir.

Yo también le odio y le acompaño,
sufro sus aversiones cotidianas,
su forma de ser madre,
la absurda amiga
de lo incierto y lo trivial
cuando así lo deseo,
amo de sus reconvenciones.

Mi condena es saber que no puedo matarle,
que a esta hora
la fotografía de Virginia Woolf es devorada
en una esquina de mi casa,
y empiezo a descreer de lo divino.


Juan Carlos Olivas