domingo, 29 de noviembre de 2009

Albedríos


Mi angustia es el eco

de la risa de Dios

Pedro Casariego



Esto que llevo en las manos

es la memoria de un abismo

donde dos muertos se besan y son ángeles.

El albedrío es atroz

y recobro la crueldad de estas paredes,

el insomnio como una imagen tuya

cuando bostezan las ventanas de piedad

y gotean pájaros sin calma de mis ojos.


Por horas caminé enfebrecido de mares

como un hombre ciego,

la tristeza clavaba sus uñas sobre el mundo,

y tú ya no eras

la fiel sacerdotisa del dolor,

sino el ruido de un cadáver que cae

sin horas a la tierra,

la piedra sobre piedra,

o el cuervo sosegado

en la mudez de mi hambre.


Pero en ascuas padecí del enigma,

crucé los ríos de la espesa altura,

conspiré contra los mártires,

contras sus máscaras hermosas en mis ojos,

conspiré contra ti, infinita,

porque llevas enjambres

de ángeles muertos que se besan,

porque das tu pañuelo de sombra a los huérfanos

y a los padres el delirio de sus hijos perdidos,

conspiré y negué darte esta ofrenda

de brújulas y espinas para tu soledad,

porque has reencarnado, sumisa,

una y otra vez

en las últimas esquinas del cansancio

donde ya no pude seguirte

y mis ojos se rendían de agudísimos naufragios,

de esquirlas que tatuaban -puede ser-

el beso de tu muerte en mis párpados,

los incorrectos senderos que tomamos,

el dolor, los espejos,

y todo aquello que era locura para el mundo.



Juan Carlos Olivas

lunes, 23 de noviembre de 2009

Poema de Roque Dalton


ALTA HORA DE LA NOCHE



Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre

porque se detendría la muerte y el reposo


Tu voz que es la campana de los cinco sentidos

sería el tenue faro buscado por mi niebla


Cuando sepas que he muerto di sílabas extrañas

pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta


No dejes que tus labios lleven mis once letras

Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio


No pronuncies mi nombre cuando sepas que he muerto

Desde la oscura tierra vendría por tu voz


No pronuncies mi nombre, no pronuncies mi nombre

Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre

viernes, 20 de noviembre de 2009

Aplauso Hipócrita

Hoy va doliendo mucho más
crecer en todos los retratos familiares,
mirarse la cara inquieta y definirse,
ser la costilla de un Dios anestesiado
que vuelve de la noche
cuando todos aplauden,
alaban al Creador, al Hijo mezquino,
al buen padre que siempre llega a tiempo
aunque así no lo quiera.

Me duele la ceniza que ya soy de antemano,
tengo los puños cansados y distantes en la tierra,
hay relojes en vano
que me incitan a reir frente al espejo,
a inclinarme irreverente
a los pies de las muchas horas
donde soy el vigía,
el brazo que consuela un cuerpo amedrentado.

Hoy miro mi rostro
como un golpe de tumba en los retratos,
y me limito tan solo a decirme la verdad:
bufón soy de estos días desiguales,
me exasperan estos canívales que aplauden,
este teatro de oscuras naderías
donde sé que merezco la podredumbre
y no el incienso.