when the tongues of flame are in-folded
into the crowned knot of fire
and the fire and the rose are one.
T.S. Eliot
The Four Quartets
Aunque Eliot diga
que todo irá bien
y toda clase de cosas irá bien,
continúo atado al borde de una mesa
y batallo contra los elementos
que mi sombra domestica:
el pan ácido del mundo,
este corazón que va secándose
en cada cumpleaños
frente a televisores que dibujan
mis historias mínimas,
y que pueden ser la historia
de un joven en un café
escribiendo sus mentiras,
un despilfarro de fe para salvarse.
No tengo más que esta ciudad
que me rompe los labios,
y puede que todo vaya bien
según Eliot,
puede que el drama del hambre
no sea más que una excusa
para seguir reuniéndonos
y pasar el recuento -noche a noche-
de un holocausto personal
que a nadie importa,
puede que la tristeza no sea más que sequía
y nuestros ojos busquen
el pasto de un cuerpo inalcanzable,
y ya para entonces asistamos a la vida
con profesión, familia
y sonrisa insoportable;
dirían las abuelas que crecimos demasiado
y nos daría miedo marcharnos de repente
sin antes ver nuestro rostro reflejado en el agua.
Toda clase de cosas iría bien,
incluso aquello que dejamos incompleto:
no barrer tanta ceniza debajo de la lengua,
acomodar los libros, las mañanas, el cansancio
y dejar puertas abiertas como brazos.
Podríamos querernos de otra forma,
levantarnos temprano
y escuchar el llanto de la luz cuando amanece,
o sinceramente abofetearnos con el rocío,
la esperanza o la ignorancia
de quien no sabe que todo esto iría bien,
y toda clase de cosas iría bien,
si alguien nos hubiese dicho
que la vida era esto.
(Del libro Mientras arden las cumbres, 2011)
Juan Carlos, me gusta mucho lo que estás escribiendo, en este poema muchas de las imágenes brillan con luz propia por su sencillez y su ironía...
ResponderEliminarMe pregunto si la referencia a Elliot será indispensable, sobre todo para un lector cualquiera que no lo conozca y su mención se le vuelva una piedrita en el zapato que no le deje disfrutar de este estupendo poema.
Saludos
Me gusta, buenas imágenes, algunos hilvanes que no puyan los dedos...Ganan forma los versos y se crecen...
ResponderEliminarUn abrazo!
Ophir
Germán amigo: Naaa q' ver! No es culpa del poeta Juan Carlos Olivas que medio Tiquicia sea ignorante!
ResponderEliminarMe preguntaba hace días si estarías vivo, y de qué manera hermano: vivito y coleando en poesía! Tu poema me alerta que "Mientras arden las cumbres" va a dar guerra. Si por la víspera se saca el día, verás que dará guerra de la buena, esa donde no muere nadie, mas sí cruzan tus flechas las almas, como ya ha pasado una a través de mí con estos versos tuyos.
Abrazos fraternos en Amistad y Poesía verdaderas,
Frank Ruffino.
P.D. En el solar de mi casa hay un árbol mágico. Te invito a él a beber de su elixir. Dejo la puerta entreabierta, tal vez no me veas, seguro que andaré por el campo dándome mi habitual paseo. No te dé pena: toma todos los frutos que desees.
Abrazos,
Frank.
Que tema que nos atañe a todos y en algún momento pensamos. Como me gusta. Y lo que más me llamó la atención fue esta parte:
ResponderEliminar"dirían las abuelas que crecimos demasiado y nos daría miedo marcharnos de repente sin antes ver nuestro rostro reflejado en el agua.
Toda clase de cosas iría bien,
incluso aquello que dejamos incompleto:
no barrer tanta ceniza debajo de la lengua,
acomodar los libros, las mañanas, el cansancio
y dejar puertas abiertas como brazos."
Pero en general el tema lo abordaste con gran acierto.