
Soy nuevo en el oficio de quererme
Joan Bernal
Debiste de robarme la tristeza,
debiste haber perdido la custodía
del desierto en tu camino,
amamantando el lago de la sangre
ahora que no somos del tiempo,
debiste esquivar todas las tardes inútiles
hasta encontrar el pasto de mi nombre,
la zarza que otro fuego consume
la zarza que otro fuego consume
entablando de dolor tu nombre joven,
tu espiritual violencia de besarme,
los clavicordios sufridos en vano
por tu poca entereza, tus terrores,
la lívida imagen de la virgen que llora
y es tu espejo el día de hoy,
cortina cerrada para siempre
detrás de tu talle simulado.
Debiste haberme golpeado una y mil veces,
ofrecerme en extraños rituales, pastor de ruinas,
dejar que otros fabricasen
las absurdas leyes que nunca seguiré
porque sé que te alcanzo, te hiero,
te sufro por la belleza del látigo en mi carne,
de tus esperas y desesperanzas,
por tus imágenes, doblegadas de injurias
y de sombras, por las cuerdas que devastan los dedos,
porque sé que no llevarás mis huesos a la fosa,
sino a las altas praderas
de la consumación: tu nombre,
que roza el hastío del mundo
y conoce el suplicio.