lunes, 24 de enero de 2011

ELEGÍA DEL POETA QUE VUELVE


Yo adivino el parpadeo
de las luces que a lo lejos
van marcando mi retorno.
Carlos Gardel



Lo primero que haré
será besar la tierra
como el suicida besa
la paciencia de la soga
y los ríos besan en tiempos despeñados
sus fábulas de abismo.

Devolveré la piedra
que guardé en la mochila
y llegaré al volcán Turrialba
más herido de versos que de niebla,
y me sentaré a esperar
las nubes que no pasan,
y los sueños que no pasan,
y los años soberbios que no pasan.
Y cuando todo quede
rendido de presagios
veré a mi madre en el fuego de la acacia,
y a mi hijo sembrar los prados nuevos,
y la piedra que estuvo amordazada
recordará la joven boca de la ausencia,
los campos ungidos de ceniza,
la mandrágora que imita
el sueño del arcángel
y todo cuanto pudo ser
del anhelo de la mansedumbre.

Porque todo final
es asesino de auroras en mis manos
y mis ojos vigilan
el estruendo del amanecer
como un pórtico que abre el comienzo.

Es ahí donde los hombres
roban la fragancia que no les fue devuelta,
es ahí donde las jóvenes
se marchitan en los parques
esperando la vida.
Esto y mucho más
he visto rodar del tiempo ególatra,
enseño mis ecos a los muros de la ciudad
y los caminos son la armonía
del paso en la mirada.

Hoy me colman pensamientos de volver
y la música regresa devastada en los teléfonos;
he olvidado la canción del reposo,
mi barro me entristece en demasía
y parece que del cielo
está cayendo agua del mar,
más sé que es verano
en este atlántico sin puertos.

El espejo me viste a su medida
más esa imagen sólo existe en el cristal,
no va conmigo
cuando todos me ofrecen su silencio,
no me acompaña cuando ofrendo mi vida
debajo de los puentes,
ni cuando escribo poemas
como flores carnívoras
que devorasen por igual, moscas
y versos de Góngora preescritos
para alguna mujer que no lo merecía.

Porque así es la vida,
no basta con acariciar
toda la mitología grecoromana,
ni siquiera sentirse desdichado
bajo las ruinas de Cartago,
ni en las soledades de una Turrialba umbría
que me aguza el recuerdo.

Todo se trata quizá
de sentirse un poco trágico,
buscar falsos personajes
que merezcan elegías,
entre cielos y yámbicos,
y no encontrar a nadie más
salvo a uno mismo.

martes, 11 de enero de 2011

Poema de Rafael Rubio (Santiago de Chile, 1975)

BUCOLICA



La luz es pájaro y el cielo tiene hambre.
Ah ojo de bronce el sol, un ojo hambriento que come
una luz que es oscura
cuando el cielo se cierne sobre el aire
y el labriego finalmente capitula
ante la inutilidad del sembradío.
El veneno del sol sobre los pastos.
Los animales malos que nos lamen
a la hora en que adentro de la luz se desata la ira del caballo
y las hierbas se estremecen como madres
cuando las roza el látigo del sol
a la hora en que la luz es una herida
y sólo queda en el aire lo que del aire queda cuando pasa
una llaga de pájaro en los cielos
porque en este valle rojo ¡Oh padre! donde
las vacas mugen sin consuelo
porque han perdido sus manchas para siempre
en esos mismos cerros en los que te crucificaron
para escarnio de las bestias que pastaban ahí
bajo la vigilancia del sol en este valle rojo
donde el nombre de Dios es una herida
que los pájaros lamen y beben
una llaga de amor sobre los pastos
una raja en el cielo por donde pasa el cielo
traspasado por los aires que el viento zarandea
lo que del aire queda cuando pasa
una llaga de pájaro en los valles
oiremos el zumbido de la luz.
Benditos sean los ciegos.
Benditos sean los sordos, porque ellos
oirán el estruendo del sol cuando amanezca.


(Del libro Luz Rabiosa, 2007)

domingo, 2 de enero de 2011

Ha muerto el poeta Fransisco Ruiz Udiel (Estelí, Nicaragua, 1977-2011)


Nos ha llegado esta noticia de la muerte de este joven poeta y sinceramente nos duele. A Fransisco lo recuerdo porque lo conocí en Costa Rica, durante el festival internacional de poesía. Compartió con nosotros en Turrialba alrededor de una semana en la cual se mezclaron poesía, bares, y hermosas tertulias que yo por mi parte nunca olvidaré; en especial algo que me dijo mientras viajábamos en el bus de Turrialba a San José, ya al final del festival. Se trataba de algo que Gastón Bachelard menciona en uno de sus libros: el tiempo horizontal y el tiempo vertical. El tiempo horizontal (regido por la razón) parece ser el camino que la mayoría de las personas decide tomar, mientras que por su parte, el tiempo vertical (regido por la pasión), es un camino muy difícil de tomar debido a que ambos tiempos no concuerdan o por lo menos es muy difícil llevar un tiempo horizontal y vertical a la vez. No existen términos medios. Lo que debemos hacer no es siempre lo que deseamos hacer. Fransisco lo sabía. Es por esa misma razón que este poeta trataba de crear tiempos verticales, escribió poemas en papeles sin firmar y los dejó en el asiento vacío de un autobús para que algún desconocido los leyera o se mofara de ellos; por eso hizo grafittis con amigos que se sentían tristes y por eso susurró versos al oído de su novia mientras cocinaba la cena. Nunca pude imaginarme a Fransisco viviendo en un tiempo horizontal, creo que él tampoco, y ahora su prematura muerte es precisamente la confirmación de aquella conversación que entablamos en el bus en mayo del 2009. Hay cosas que simplemente se nos escapan de las manos y solamente podemos llorarlas en los sueños.
Juan Carlos Olivas,
Cartago, Costa Rica.